Hoy no todo va a salir bien ni tampoco mañana

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(c) Juan Peláez

Este es un artículo largo. Por tanto, cuando te canses, ya sabes, deja de leer. Va en contra de todo lo que se predica en Internet de textos cortos e incisivos. Hoy no me apetece escribir algo así. Por otro lado, si eres un fundamentalista de la derecha o ultraderecha, quizá no sea para ti. Si eres un ultra de la izquierda tampoco te va a sentar bien.

No creo que vaya a servir para nada este escrito. Solo tendrá utilidad para mi de dar salida a lo que siento. No confío en general en la parte humana de las personas, ni en sus cambio. Siglos de historia y seguimos en el mismo punto de indignidad y poco avance. Veo mi maldad interna y por tanto soy capaz de vislumbrar esa parte oscura en los demás. Eso si, tengo plena seguridad en la espiritualidad interna y por tanto es sobre esta esperanza en la que construyo la más mínima posibilidad de cambio en mi y tal vez en aquellos que me rodean. es muy muy pequeña pero al menos un punto de luz.

Recuerdo las palmas de los aplausos de las ventanas durante el confinamiento y escucho el ritmo de mi alma. Y me duele la caída de los velos. Me sangra lo descubierto.

Metáfora del anidado a la  belleza del alma del ser humano a la bestialidad de las acciones del hombre.

El virus ha abierto en canal las verdades.

He visto capas de pobreza que antes, la niebla del consumo, me ocultaba. He hallado en el alma de los políticos, la maldad. En ellos se refleja el pozo de infierno que por proyección, yo también llevo dentro. Tengo lo que me merezco como dirigentes. Admito la cercanía del caos que se avecina, porque no hemos superado las cadenas emocionales del pasado.

He descubierto como las ultrarerechas desmontan lo público para darle el paso a sus privados amigos, recomiendas, coordinadores, asesores, directores, miembros del partido, los que sangran mis aportaciones en forma de impuestos. Los que en su discurso tratan de desarticular la función pública por su ineficacia, pero luego, a la hora de querer cobrar se apuntan a la institución, ayuntamiento, ministerio… a todo lo que venga de la aportación del ciudadano. Tal vez porque todo ese ejercito de segundones jamás serían contratados en una empresa privada y lo único que les queda es robar en lo de todos donde lo único que se necesita es el voto de los incautos. Ni curriculum, ni experiencia, ni resultados, ni eficacias, ni eficacias. Esos que defienden la bajada de impuestos pero, eso si, solo hasta que llegue para pagar sus inverosímiles sueldos, coches, remodelaciones de despachos, viajes, comilonas y mantener sus puestos a los que se accede sin exámenes, pruebas o con títulos tal falsos como su intención de trabajar por la ciudadanía. Políticos entrenados en mirarse solo a si mismos y en olvidar que su función es lo común, ser hombres y mujeres de estado, tolerantes, dados al diálogo, coherentes, ejemplarizadores, colaboradores… utopías ¿verdad? Solo  lo han escuchado de las estatuas silenciosas que había en algunos rincones de Madrid con sus mascarillas para no develar este secreto. Se pone en evidencia algo que ya denuncié en otros artículos, el robo legal y la dictadura democrática. Nada podemos hacer contra los políticos elegidos porque tiene cuatro años para sus desmanes. Las posibilidades de reunir quinientas mil firmas y pararles los pies a privatizaciones, chanchulleos… son tan exiguas que nunca han servido para nada. Es decir, basta con que luego lleguen al Congreso y no sean admitidas. Tema finalizado. Algunos teóricos, como Penrose hablan de que realmente en las democracias no gobiernan los ciudadanos sino los gobiernos. De ahí el concepto que desarrolle de dictadura democrática. Nos hacen creer que somo nosotros los que tenemos alguna capacidad de elección pero en realidad… es nula. Además ni siquiera las elecciones nos aseguran que gobernarán los más votados. Alianzas, Tamayazos… hacen que aunque una mayoría pueda votar, por ejemplo, a partidos más de izquerdas al final nos encontremos con una ultraderecha en el poder.

Me ha dolido como los egos, el que yo también llevo dentro, han podido con el bien común. Las izquierdas, por llamarlas de alguna manera en oposición a neoliberales sin fronteras, luchaban por sillones más que por ciudadanos. Así se revela lo que es este conjunto artificial de territorito unidos por el aplastamiento de reyes despóticos “católicos” o por intereses de economías.

 Qué descubrimiento, el  que la patochada de una grande y libre estaba basada solo en operetas mal interpretadas. En que realezas ineficaces y nobles nos han llevado a lo largo de siglos a un país mal gestionado, sin líderes, a alianzas desafortunadas en las que el dinero del pueblo exprimido, se perdía en guerras inútiles, en convertirnos mercenarios de  iglesias más interesadas en mantener sus poderes que en la espiritualidad de sus fieles. Acólitos que ahora son excusados de acudir a iglesias por el virus, véanse las imágenes. Por el de sus propias almas nada dispuestas a basarse en el amor al ciudadano, al igual, al otro, a la otra que es la madre naturaleza.  Así los templos de esta piel de toro, han toreado al pobre, al desposeído para unirse a los dictadores y apuntar con sus crucifijos al disidente y condenarlo al paseíllo de los matones. Llevarlos al destino las fosas aun por descubrir de una España dividida en dos mitades. Una de sangre roja y otra de sangre azul. Pero las dos manchando con su vómito cualquier bandera de color sufrimiento.

Así la «pandemia» ha despertado lo oculto. Ha sacado de la ventisca  a los fantasmas que aúllan por las calles solitarias que veíamos en las fotografías de los periodistas. Y han aparecido sus fechorías. Las privatizaciones de socialistas y derechistas que abocan por regalar a sus amigos hospitales, colegios institutos, conservatorios, incluso lo intentarán con ejércitos policías, cárceles y asistencia a minusválidos, disminuidos, diferentes, playas y montes, limpiezas y teatros… Lo privado como panacea… para colegas, partidarios, sumisos, vendidos, correligionarios, fanáticos, pobres de espíritu incapaces de pensar en que ser votante de tu propio jefe, nunca ha sido demasiado inteligente. Y asi ocurrirá dentro de poco, con el ascenso de la ultraderecha de la mano de trabajadores y desposeídos sin criterio, en una de las comunidades más corruptas del país donde tengo la desgracia de vivir, Madrid. Un programa calcado del ascenso del nazismo en la Alemania de antes de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez es a lo único que podemos aspirar. A gobernantes que sin ninguna idea, jaleados por chusmas  que con su vocerío vulgar muestren que “tienen huevos”. Algo aun que reina en una “patria” en la que algunos y algunas creen que esa tostesterona es buena para tomar decisiones y proporcionar bienestar a esta y a las siguientes generaciones. Pero la verdad es que ¿Qué le importan los ciudadanos? Los pobrecillos advenedizos politicastros solo tienen cuatro años para buscarse un puesto en un consejo de dirección, colocar a los familiares o buscarse un apaño en el partido que les asegure reelecciones y seguir apurando las gotas del dinero sencillo y sin responsabilidad ni compromiso.

Las mascarillas censoras parece haberse enmudecido a los medios y voces discordantes. En Madrid se plantan unas elecciones todo porque una mujer desea gobernar sin consenso en solitario e imponer sin ningún tipo de oposición su falta de ideas. Cuestan según algunas fuentes veinte millones de euros. La exposición de millones de ciudadanos al virus… No les importa con tal de que les elijas. Con esa cantidad de dinero ¿sabes cuantos puestos de trabajo se podían crear? Solo tienes que dividir. Un salario de mil euros al mes netos son unos veinte mil euros año brutos anuales, más o menos. Si dividimos esta cantidad entre los millones de los que hablamos, tendríamos mil personas contratadas durante trescientos sesenta y cinco días. ¿No te parece vergonzoso que empleen mi dinero, el tuyo, en ese despropósito?

 La COVID, benditA descubridorA de verdades. De un país que ha sido entrenado en la burla, en la película Almodovariana o Torrrentosa del día a día, en la ausencia de crítica, en la incultura, en la repetición de eslóganes, en usted no sabe con quién habla, en un  a ver qué hay de lo mío con el sobre bajo la mesa, en un “si señorito” por unas piastras diabólicas tiradas a los suelos para que la miseria de las lenguas heridas por el hambre las lama.

Que genial LA COVID, porque nos ha permitido sacar del cajón al policía que llevamos centro. Nos hemos convertido en denunciadores del vecino, del compañero… porque no lleva marcarilla, porque, y lo veremos centro de poco, no ha querido vacunarse… Creadores de tensión y terror a nuestro alrededor. Como en los mejores tiempo de la dictadura conde había el vigilante de edificio que informaba a «los secretas» de reuniones, salidas sospechosas, dudosa moral del los habitantes del inmueble. Yo he sido insultado por ciudadanos, he sufrido intentos de desalojarme de trenes de Renfe amenazado con expulsiones por el gerente del Auditorio Nacional de Madrid… todo porque no puedo llevar mascarilla y mi certificado médico augumentándolo, ellos interpretan por encima de la Constitución que no permite discriminación, que no les es suficiente. Y que sucede. NADA.

Las calles silenciosas me han permitido ahondar en mis verdades. En las de cada uno, en las mías. En el tiempo que me ha facilitado el reencuentros con mi alma. En mi fracaso por no haber sabido hacer más para que algo, aunque chico, fuera diferente. El constatar la ausencia del análisis. En el hábito de no contrastar lo que me dicen. De creer en las postverdades, en que algo es verdad por el hecho de repetirlo a voces. En caer en la cuenta que esto que han llamado España era una ficción basada en la expectativa de convertirnos a todos en camareros, limpiadores de habitaciones con vómitos de turistas baratos, recepcionistas sumisos de hoteles que dan la bienvenida a corruptos que trapichean en los vinos españoles y comilonas de la sociedad, en vendedores de recuerdos de un país ridículo de flamencones, toritos, bebida barata y fiesta desmadrada.

Asi la COVID despide a investigadores, a jóvenes que se exilan y no regresarán. Hartos de desencanto, a una obra de teatro que no se sostenía y que ahora revela en el último acto la verdad: España pobre, corrupta, sin salida, inculta, vocinglera, fanática, engreída, engañada, soberbia, pobre, pobre, pobre de ideas, de economía, de estadistas, de gente de bien, de futuro y proyectos.

Los médicos, las enfermeras, los trabajadores sociales, los educadores, los cajeros y reponedores del supermercado… y tantos otros que se han enfrentado solos al desespero. Engañados en su voluntariedad para cubrir huecos que los gestores se negaban a contratar. Y en su buena intención han robado trabajos, puestos a compañeros que jamás serán contratados porque no hay intención de ello, no está en los horizontes de las posibilidades del político. La derecha, los socialistas privatizadores en eso si son coherentes. Lo están llevando a cabo muy bien. Demuestran la ineficacia de lo públicos para argumentar la necesidad de contratar lo privado. Y muchos funcionarios les hacen el caldo gordo dejando sus funciones, olvidando su vocación de trabajar por todos y para todos y caen en la trampa de hacer mal, atender mal… dándoles argumentos a los privatizadores. Seguridades Sociales que no atienden, Hacienda cerradas, Ayuntamientos sin atención ni telemática ni presencial… Gracias por hacerle el juego a los que nos van a quitar lo contruido entre todos. El ciudadano esta solo por la aparente falta de visión de los dirigentes de izquierdas, de derechas, de los falsos centros. De todos los pelajes políticos. Me pregunto si es vedad que carecen de planes. No, no lo creo. Se demasiado de la maldad de mi alma para extrapolarla a los demás y saber que en un país de historia paupérrima, donde lo del otro solo sirve si me puedo hacer con ello, y si no, espero a poder con artimañas arrebatárselo. No, no es posible. Además, no nos engañemos y saquemos pecho, no somos solidarios nada más que en la puntual, en lo trágico mientras dura. Pero la solidaridad a largo plazo, de corredor de fondo, no la llevamos en nuestras venas. Podemos «esprintar» un instante y asi nos creemos geniales. Si me miro el alma como español me veo envidioso y carente de creer que lo de todos es algo a cuidar, compartir, crear… normal. En un territorio lleno de heridas sin curar y miserable y sin estructura económica, sálvese quien pueda.

La enfermedad ha tapado bocas. No solo de los muertos. Aun más allá de los pobres humanos intubados en hospitales aparcaderos tercermundistas como el Zendal. ¿Algún político iría a este  centro, metería a sus familiares en el? No lo creo si afirman que si. He visto hospitales de este tipo en los campos de refugiados de Tinduf, del Congo, en la India… Solo ha servido para aumentar los bolsillos a unos pocos, para despojar de nuevo a los españoles de su dinero. Ha ocluido la verdad y el disidente, como en las mejores dictaduras, quien no expresa las verdades del régimen denunciado, calumniado y censurado. Y se dejan arengar por periodistas y vocingleros contratados para propagar la propaganda. Véanse las televisiones y sus tertulianos. Sigo sintiendo vergüenza, cada vez más honda y triste.

Han creado el miedo, como herramienta vieja poderosa contra el desarrollo de inteligencia. Tertulias, periódicos, redes… todos con el machacón mensaje de TERROR. Nadie calmando, dando apoyo, produciendo serenidad. Cuando era chico, los telediarios, “el parte” heredado de la desastrosas dictadura del golpista Franco, repetían una y otra vez la guerra de Vietnam. Yo como niño creí que era algo instaurado y que en todos los noticiarios se tenía que incluir. Muertos, acciones de guerra… y ahora de nuevo… batalla, enemigos, puesta en escena con militares y guardia civiles mientras dan datos de contagios curvas y fallecidos, contra algo que se llama COVID.

Las calles vacías, las mentes vacías, las esperanza vueltas del revés. ERES, trabajos volatilizados, negocios con la chapa tan hundida en el suelo que jamás sus cierres volverán a levantarse. Y gestionar “lo pobre”, comienza. La pobreza es el gran bussines del mundo. Asi aparecen los salarios bajos, las peores condiciones, las ong ganadoras de concursos públicos para gestionar las desgracias en vez de que sean asumidas como deben por los estados… y  el odio a lo diferente. Asi he oido los berridos sobre los inmigrantes roba-puestos que deben ser quemados en la hoguera de los mares que atravesaros y en los que según algunos debían ser de nuevo ahogados para que desaparecieron de nuestras tierras. Santiago y Cierra España caracolean en el caballo de batalla de algunos y se hace oír de nuevo entre los fanáticos. Esos que jamás estarían dispuestos a trabajar por unas pocas centenas de euros de sol a sol bajo plásticos abrasadores o en obras sin seguros. Los mismos que en “mensajes privados” creen que la solución es fusilar a miles de ciudadanos. Y nadie, ni capitanes generales, ni presidentes, ni derechas sin programas de medios de comunicación, ni intelectuales son capaces censurarlos, de decir BASTA, las dictaduras acabaron. Pero en España no es posible. El único asesino y dictador que consiguió un monumentazo, reinando sobre los muertos que produjo en una guerra fraticida, se resiste a irse y aun levanta su cruz sobre los caídos. Incluso se ha sobrepuesto y rellenado miles decenas de hojas de medios de comunicación con el rechazo de su propia familia a hacerse cargo de sus carcomida osamenta.

El Covid arrastró la tristeza. No solo por los muertos no velados, el sufrimiento de las soledades de ancianos en residencias, de enfermos aislados en hospitales infrahumanos. Tristeza, porque nada, nada, nada, nada NADA, lo digo con rabia y desespero ha cambiado.

Nos hicieron creer en que en España nunca se ponía el sol. Es verdad. La luz del deslumbramiento no cae nunca. Y seguimos creyendo en nuestra falta de contraste de las informaciones los reyes católicos (lo pongo en minúscula porque la mezquindad nunca debe ser enriquecida con una mayúscula) hicieron una gran gesta expulsado a la ciencia y a la economía, árabes y judios. Que llevamos la “civilización” a América. Obviamos que también la muerte, la esclavitud y el desespero. Un continente que expoliamos para el beneplácito de gentes mucho  más inteligentes que nosotros. Los ingleses que solo tenían que robar el oro en la travesía atlántica. Pero ni si quera hacía falta extranjeros. Nuestras propias redes corruptas hacían que solo un pequeño porcentaje de las “riquezas” llegaran a manos de los reyes. Y estos en cuanto llegaban las trasladaban a la iglesia sacro santa romana que la aprovechaban para sus guerras religiosas. Financiamos con nuestros mercenarios, hombres desesperados y engañados, los sueños e intereses de papas y nobles extranjeros. Y el español, el del campo, el de los Santos Inocentes, a seguir tan pobre y soñando con mirar en el Hola las vidas de reyes, duques y famosillos en villas, coches, y tiendas de lujos de ciudades que nunca conocerían.

Gracias, al COVID hemos hecho caer las caretas. La falta de ideas. Las ausencia de futuros de qué hacer con nuestros jóvenes, con mujeres maltartadas, los sin techo, los profesores desmotivados y sin medios, médicos y enfermeros agotados, la desmantelación de lo de todos por la sustitución de los de unos pocos hospitales privados, colegios concertados…y sobre todo… NOS LO CREEMOS. Vemos las imágenes no solo de las fotos, sino de lo que llevamos dentro y nos lo creemos. Que es mejor no pensar. Que lo idóneos es repetir lo que dice el partido, que los malos son los del otro lado y si alguien no lleva careta, sin importar si tiene o no razón por no llevarla, le insultamos.  Incluso, voy más allá, debería llevar un brazalete de color amarillo sucio indicando su condición de disidente. Poco importa si es minusválido, asmático o quizá alguien que posea alguna otra razón. Y se le llama negacionista… y los ultras utilizan como bandera esta razón de falta de libertades. Simplemente porque no son ellos los que las limitan. Convencido. Si estoy seguro si los vox o similares hubieran estado en el poder los tanques hubiesen rodados por nuestras calles. Las izquierdas, por el contrario, solo han hecho rodar los carros de combate de su falta de ideas, de liderago y de visión de estado. Y asi entre todos hacemos que un tipo con cuernos abandere un tamo de un congreso de una nación tan “democrática” como la nuestra.

En las calles vacías, el COVID ha diseminado algo peor que sus secuelas físicas. La ola que está por llegar de depresiones, suicidios, miedos al otro, agorafobias, violencia entre padres e hijos, falta de compañía para ancianos y enfermos hospitalizados, niños con terrores a abordar con sus juegos las calles… Y algunos ante la propuesta de algún político sensible a este porvenir, son capaces de con algarabía escupir,  “vete al médico”. Una  proyección de su estado mental y del tamaño de su ignominia.

El COVID ha esparcido que los chusco sea lo que interesa, que el vocinglerío sea lo que impere y que alguien, representa de una Comunidad, sea capaz de decir que le gusta que le llamen fascista y no sea respondida. ¿Cómo pueden olvidarse lo que un Musolini llevó a cabo? Que un vicepresidente de gobierno fracasado en su visión de estadista se le emperejile el que va a luchar contra esta mujer, que un señor se exilie en Oriente Medio, sin que le sea reclamado el dinero que a cualquier otro ciudadano se le exigiría, porque en una Constitución aun sin modificar y urdida por los hijos de la dictadura protege.

Existen otros planos de realidad profundos, llenos de otras lecturas a las que los españoles simplones, de aprobado con alfileres en los menesteres de la vida, es complicado que lleguemos. Estoy más acostumbrados a la conversación de bar en la que arreglo España sin dar un paso adelante. Luego doblamos la rodilla ante cualquier ser pequeño, mediocre, que me da la mano para hacerme una foto con él y se nombra líder de las ideas que no tengo. Soy, somos especialistas en repetirlas como el mismo catecismo por el que las iglesias nos castigaban en caso de no repetir palabra por palabra sus contenidos. Repetir es la mejor manera de no pensar. Y además gracias a otra de las herramientas de la manipulación, el castigo aprendido, punimos a aquellos que no repiten los eslóganes que creemos que nos nuestros y nos han implantado como creencias aquellos que necesitamos como padres aseguradores de nuestro futuro. Todo porque no somos lo suficiente adultos para crearnoslo  nosotros con dignidad. Asi necesito reyes, “cabezas” de partido, ideólogos que me digan que pensar de la vida, del otro, del país, de nuestras creencias, de nuestros hijos, mujeres, hombres, futuro…

El necesitamos tanta ternura para comprender la miseria moral, ética, económica, social, medioambiental, de ideas, de dignidad que tenemos. No, España ni es grande, ni libre, ni una. Es un amasijo de intereses pobre y resignada. Un pasís basado en la idea obsoleta de la competencia, el enfrentamiento. No señores, no cuanto más miedo, más hay que cooperar. La ciencia no tiene la respuesta. Está secuestrada por organizaciones internacionales, por gobiernos, por partidos para expandir y argumentar lo que ellos desean que se sepa o se diga. No la ciencia o es omnipresente, omnisciente… solo es una parte de la verdad de un mundo complejo diverso, cambiante… la dictadura científica es tan horrorosa como la política. ahora no se trata de salud, de economía se trata de seres humanos,. de cómo potencia la parte espiritual, de esencia, profunda o como desees llamarla de cada uno de nosotros. porque la otra la «humana», la animal, solo nos lleva donde estamos.

Solo algunos animales, las flores que han podido respirar ante nuestros desmanes dan constancia de ello. En cuanto les hemos dejado han florecido como nunca. Solo ha faltado que nos metieran en  nuestras casas y no les molestásemos, para darles unos meses de felicidad. Los pavos han tomados las ciudades, el aire se ha rejuvenecido, lo ríos han vuelto a estar más limpios. Todo gracias a nuestra ausencia de deambular patoso y chusquero por la naturaleza.  Esa que dejamos llenas de clinex, papeles, plásticos botes de aluminio cada fin de semana como si un hada limpiadora fuese detrás de nosotros y se llevase nuestras miasmas.

EL COVID trajo abortos de soluciones. Ideas para contaminar menos, para conciliar, que permitían más tiempo a los seres humanos, más adultez en las relaciones. Sin embargo, durará poco. A los  teletrabajadores, los politiquillos y los jefecillos les odian. Aman tener sus cohortes de “vasallos” para que les adulen, para que refuercen su síndrome de presidente de comunidad de vecinos. Alguien que no ha sido nada en la vida y de repente es… político, dirigente de un grupillo, departamento, sección. En mi vida laboral he conocido a decenas de estos sujetos ávidos de narciso. Ninguno honesto. Tal vez porque yo tampoco los sea. Porque soy un reflejo de esa España que se queja en conversaciones de barra cafeteril pero me falta el coraje de dar pasos adelante para cambiar este desmán. Y cuando lo he intentado… las mafias políticas me han destrozado.

¿Hay esperanza? Yo no lo creo. Yo solo tengo algo de fe en que mi trabajo interior como una gotita tenga alguna repercusión en lo que me rodea. Algo muy chico, pobre y que pasará desapercibido a mi muerte cada vez más cercana y triste por no haber sabido emplear mejor mis capacidades de cambio. No, no confío. Llegado a este punto algunos ya me habreis tildado de negacionista, otros de facha, incluso izquierdoso y alguno populista. Lo que digo desde el corazón. No me importa ni tu opinión, ni la de los demás de los demás, llegado a este punto de mi existencia. El corazón ese órgano con más de cuarenta mil neuritas sensoriales que lo une al cerebro. Nuestra parte con el campo electromagnetico más poderoso del cuerpo humano. Solo desde ahi me surge sustituir la pregunta del ¿Qué puedo conseguir? Por ¿Qué puedo compartir? algo mucho más femenino en conc oeto que la competencia y la lucha desde un planteamiento más «masculino».

Tengo algo de fe que estas imágenes que estás viendo te toquen el alma. Que la soledad de esos seres humanos que percibes trabajando en condiciones precarias, aislados en camas de hospitales en los que ningún ser humano debería ser recluido, te produzcan ternura.

Estoy convencido que vienen tiempos complejos. Nada de lo que hemos visto ha pasado, seguirán los engaños en esta España vendida a lo privado. No hay recambio a líderes con visión de estado, nunca han existido. No tenemos ética de lo común. Llegarán fanatismos, lo verás en las próximas elecciones,  gracias a nosotros y nuestros votos. Grupos mucho más radicales ante la falta de criterio que tenemos los “del pueblo” que no sabemos en nuestra ignorancia y miedo, que votar al coritijero que nos contrata y abusa. ¿Cómo alguien en su sano juicio, insisto, puede votar a su jefe o abusador? Y eso nunca ha sido solución. La pobreza no se soluciona con más bares y hoteles, que no investiguemos, que no apostemos por conservar la bella naturaleza que tenemos prefiriendo la urbanización a destajo, que queramos acceder a ser políticos sin formación, ni programas, ni ideas, ni ética, que no fundamentemos una educación de calidad, que  sigamos gastando los recursos tuyos y míos en lo concertado que no deja de ser una empresa privada, que continuemos sin atender a nuestros vulnerables y demos contratos a empresas privadas como las Cruces Rojas, cooperativas de trabajadores sociales, empresillas que priman los beneficios sobre las condiciones de sus trabajadores y el bien de los ciudadanos, que carezcamos de planes estructurados de hacia dónde dirigir nuestros recursos, conocimientos, capacidades como país… ¿has oído a algún político con algún plan de futuro, con algo que nos conduzca a un bienestar social y disminución de la pobreza? Vox, PP, Ciudadanos, PSOE, Podemos… ni una sola con coherencia. Estúdiatelas.

No, lo siento. No creo que los españoles seamos grandes, libres, ni una gran nación, ni nada que se asemeje. Solo es parte de otra gran manipulación. Si te revuelve este artículo, estas fotos, mira a ver que hay en tu interior. Es muy probable que descubras, como yo he hecho en esta pandemia, mi incultura, mi fanatismo, las malas ideas que absorbí sin evaluar sobre nuestra historia, que sintiera en mi corazón la división entre partes rojas y azules de nuestra patria, de mi falta de ideas para proponer soluciones a la pobreza que tenemos, de ausencia de coraje para rebelarme contra la censura a las ideas fundamentadas y respetuosas, de no escuchar las diatribas de unos contra otros en tertulias y redes…

Todo va a suceder muy rápido. Decia Negroponte que existe algo que se llama factor de multiplicación tecnológico. te explico. Si vas andando para hacer cuatro kilometros tardaras una hora. Con la tecnología de un coche, pueden ser cinco minutos, con un avión… pues así sucede con los medios que tenemos a nuestro alcance. Todo se precpita con una velocidad nunca vista. Y eso es lo que va a suceder, Llegaran cambios tan radicales y rápidos que seremos incapaces de asimilarlos y se originará miedo y el miedo produce radicalismos y búsqueda de alguien que nos explique.

Y si. Estoy triste de lo vivido y de lo que viene como otra cadena más a mis piernas y a mi alma. Asi, sé que no hay futuro para ningún país ni sus ciudadanos. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué vas a hacer?

Muchas gracias.Thanks so much. Merci.