Día: diciembre 12, 2017

Somos redes de redes. La comunicación desde la teoría de redes

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(c) Juan Peláez

¿Sabes que eres una red de redes?

Las dimensiones de conciencia necesaria para la compresión del ser humano se multiplican de manera exponencial.Snapseed (16)

La microbiota, los millones y millones de microrganismos que llevamos dentro de nosotros, nos convierten en portadores de un ecosistema fantástico que desplazamos a través de nuestro recorrido vital. Y esos organismos dependen de nosotros y viceversa. Incluso se postula que pueden determinar nuestro comportamiento.

Parece que somos seres que convivimos al mismo tiempo en diferentes dimensiones de la realidad y de la energía. Somos como avatares interrelacionados con diferentes partes de nosotros en distintos tiempos y niveles. Un ejemplo. Cuando enviamos un mensaje por cualquier red de Internet a una persona, lo escribimos en nuestro presente. Ella lo recibirá, aunque sea a velocidad luz, en el suyo. Para nosotros será ya el futuro y tras salir de nuestro ordenador se tornará pasado inmediato. Por tanto desde nuestro pasado podemos provocar emociones a través de la red establecida con ella en el futuro que es presente para ese nodo o receptor y que en ese momento está de alguna manera relacionándose con un “nosotros” que es presente y vive en otro plano de la realidad. De ahí muchos de los problemas que se dan cuando emitimos un mensaje y la persona lo recibe en un momento en que su estado emocional no es el que habíamos pensado y hace que la reacción hacia nosotros sea fuera de todos los parámetros que esperábamos. Si atendemos a terapeutas como Arnold Mindell, en un mismo momento conviven en nosotros el plano consensual, el de los sueños y el esencial. Es decir, el de la realidad que tocamos y vemos, el de las emociones, por resumir mucho, y el de un nivel mucho más profundo que es la esencia que todos portamos. Y eso actúa de manera conjunta en todos los canales relaciones por los que nos ponemos en contacto con nosotros mismos y con el Mundo: el canal visual, el auditivo, el kinestésico, el relacional, el canal Mundo…

La película Matrix nos da también ideas de que tal vez lo que nuestros sentidos nos enseñan, la percepción es solo una construcción mental que no tiene nada que ver con la realidad que existe ahí fuera de nosotros. En fin el tema se puede liar muchísimo y algunos iluminados como Buda ya hablaban de la realidad como Maya, un tejido que nos impedía ver la verdad y nos mantenía prisioneros como una gran red a la que estábamos conectados y creábamos al mismo tiempo.Snapseed (3)

La mecánica cuántica nos habla de que tal y como observamos, así podremos construir nuestra realidad y que esta última es una cuestión ligada a la conciencia que cada observador tenga y desarrolle y, por tanto todo, es trasmutable.

En el instituto Heath Math postulan que corazón es un centro importante a través del cual nos relacionamos con el entorno, con el universo entero.  Nuestro sentir se suma en un campo que hace que la Humanidad al completo esté conectada. Incluso han llegado a medir variaciones a través de su red mundial de sensores en todos nosotros antes de que tsunamis, terremotos y otras catástrofes se produzcan. Es decir somos capaces de adelantarnos a los acontecimientos y de hacerlo de manera coordinada. Sin embargo, aún no sabemos cómo hacerlo de manera consciente y aplicable.

Los campos mórficos podría estudiar entre otros, de los efectos a distancia del conocimiento y aprendizaje. Algo que se descubre en un lugar del planeta favorece que ese descubrimiento sea mucho más sencillo y rápido para el resto de los habitantes, aún si no están “en apariencia” conectados. Es como si primero tuviésemos la idea, luego se creara la imagen de lo que pensamos con unas líneas de fuerza establecidas que indicasen a la forma cómo materializarse. Y eso se transmitiera de manera instantánea y global. El biólogo Rupert Sheldrake, ha investigado mucho sobre estos campos y los denomino campos morfogenéticos, si bien al extenderlo a cualquier sistema de los dominios de la física, biología, psicología, ciencias sociales… los lllo campos mórficos.ha constatado en diversos experimentos que los animales y plantas tienen una memoria acumulativa, traspasando toda la información acumulada a la especie entera y de generación en generación. De tal manera que cada organismo sintoniza con el campo de su especie a través de lo que el denomina «resonancia mórfica», que implica que lo semejante influencia a lo semejante. ¿No suena todo esto al inconsciente colectivo de C. Jung? Además, esa estructura no inmutable, sino que cambia en el tiempo al modificarse el sistema al que está asociada. Sheldrake amplió sus experimentos a los seres humanos y algunos de sus resultados están publicados en la revista New Scientist de Londres y aseguró que estamos ligados de alguna forma a través de campos mórficos a familias, profesiones, culturas, políticas, religiones… Y que esos campos actúan sin importar la distancia.. Por lo tanto los campos mórficos mentales por resonancia mórfica se asocian con otros similares. Es así una de las razones por las que se crean estados de opinión sobre los temas. Los fanáticos se unen a los fanáticos, los de derechas a sus iguales y los de la ideología contraria a los suyos. He constatado que cuando he empezado a hacer formaciones en una empresa el avance requiere un tiempo determinado. A medida que los cursos se van repitiendo en la misma entidad los grupos van avanzando con mucha más rapidez a medidas que se suceden los unos a los otros y sin que entre ellos haya habido contacto. Como si luna red invisible de conocimientos quedara en el campo y los siguientes pudieran acceder a ella con más facilidad. Por cerrar este tema Evin Laszlo, en su libro «La ciencia y el campo Akasa» mantiene que «El universo informado es un mundo de interconexión sutil pero constante, un mundo donde todo informa, actúa e interactúa, a todo lo demás. Este mundo se merece un conocimiento más en profundidad y debemos comprenderlo tanto con nuestro corazón como con nuestro cerebro». En oriente lo lo llegaron a llamar Akasa, algo que se consideraba un mito, pero que ahora empieza a verse de otra manera, un campo de vibración en constante intercambio y transformación

Como todo en este nivel dialéctico de blanco y negro, de día y oscuridad, esto es muy bueno y a la vez terrible.  Facilita el avance de las investigaciones y de la humanidad entera pero a veces revertir los efectos de algo aprendido y repetido por miles o millones de personas se hace complejo. Imaginemos una sociedad como la española llena de corruptos. El campo mórfico está tan consolidado a través de generaciones que será muy difícil revertir maneras de actuar éticas. Lo  más sencillo, sin la conciencia necesaria,  será actuar como lo hacen este tipo de personas.

Cuánto aún por asimilar. Qué magnificencia del universo que somos y nos rodea. Y cuánto por comprender aún.

Quería ocuparme en este artículo de otros aspectos que tal vez sumen un granito de compresión a la hora de entendernos y entender.

No estamos solos.Snapseed (4)

Algo que es una perogrullada en un mundo con siete mil millones de habitantes. ¿Pero cuáles son las características de nuestras interconexiones?

Si bien sabíamos que somos seres sociables y además simbólicos, según Todorov, si tomamos la acepción de que una red o grafo es una estructura de nodos y conexiones, somos una red (o grafo) . Mejor, mucho más que eso, una red de redes multidimensional.

¿Y esto que nos aporta? Que de alguna manera el cómo nos comunicamos con el resto de nuestros semejantes modela nuestro comportamiento e incluso la formación de nuestros valores y nosotros influenciamos a los demás.

Los expertos en redes sociales tratan de estudiar todas las características que tienen nuestras interconexiones relacionales. Por un lado por el interés científico. El deseo intrínseco del ser humano de descubrir. Por otro porque permite tener herramientas para poder influir o manipular a cada uno de nosotros a través de las redes a las que pertenecemos.

No es tan difícil.

Es imposible no estar en una redSnapseed (3)

Hay un principio de comunicación de la Escuela de Palo Alto formulado por Paul Watzlawick que mantiene que es imposible no comunicar. Pues de igual manera por el mero hecho de existir somos nodos y tenemos conexiones.

Imaginemos el caso hipotético que estuviésemos en una Tierra desolada en la que fuésemos el único superviviente, aun así formaríamos parte de la red de nuestra biota, de nuestros pensamientos en el sentido de ser un nodo entre el examinador y el observador de nuestro pensamiento, nodo entre los animales, plantas minerales que nos rodeasen, de la atmósfera con la que respiramos y modificamos… Esto implica que es imposible abstraerse y no sentirse influenciado de las redes a las que pertenecemos, sociales, familiares, laborales, ecológicas… y veremos qué consecuencias tiene esto más adelante.

Estamos muy cerca unos de otros

Formamos parte de una red de pequeño mundo o mundo pequeño, como se prefiera.

El psicólogo Stanley Milgram realizó un una serie de experimentos que constató que todos estamos conectados con mayor cercanía de la que imaginamos. De manera resumida y simple, pidió a 264 personas del centro de los Estados Unidos que enviasen un paquete  a alguien que no conocían. La condición era que debían remitirla aquellos que ellos creyesen que estaban más cerca del destinatario. Quién lo recibía, si no conocía a la persona a quien iba destinado,  debía hacer lo mismo. Llegaron 64 envíos a sus destinatarios. El promedio de conexiones necesarias era de entre 5.5 y 6 personas por las que había pasado el paquete antes de llegar a quien iba dirigido. A esta propiedad de las redes, de estar más cerca de lo que creemos de otro nodo, lo llamo pequeño mundo.

El investigador anterior nunca utilizó el concepto de los seis grados de separación entre cada ser humano y cualquier otro del planeta. Algo que casi parece una leyenda urbana. Sin embargo, investigadores posteriores concluyeron que todos los habitantes del mundo estamos conectados con un promedio de seis pasos. Este experimento se ha repetido multitud de veces. Incluso Facebook volvió a llevarlo a cabo eligiendo un cluster gigante (un grupo de mil seiscientos millones de personas) y llegaron a la conclusión que entre un usuario y cualquier otro se podía llegar a través de 3,5 personas. ¡Ufff! todo parece tan inmenso y de repente se vuelve tan concreto y pequeño.

Somos parte a la vez de redes anatómicas y funcionalesSnapseed (2)

La red anatómica (físicas) puede ser la  que tengo con la persona que tengo enfrente y con la que estoy hablando a través de mi voz, del ordenador, del teléfono…

Y redes funcionales son de “actividad”. Por resumir mucho y aclararnos.

Si lo llevamos al caso del cerebro, la anatómica sería la conexión de dos neuronas a través de los axones y las dendritas. Las redes funcionales serían la interrelación  entre las áreas del cerebro que se ponen en funcionamiento, para, por ejemplo, recordar.

Imaginemos las carreteras. Yo puedo conocer el mapa de todas ellas. Red anatómica. Pero lo que tal vez me importa es saber la funcionalidad de las mismas, cómo se circula por ellas, en qué momento, los nodos más importantes. Esto me permitirá, por ejemplo, tener en cuenta actuaciones en una operación retorno.

En el campo de la comunicación puede que no me importe tanto si una persona o un grupo tiene teléfono u ordenador sino las cualidades de la comunicación, en qué momentos se produce la interacción, bajo qué condiciones, que implicaciones emocionales suscita… y  así podré poner en marcha un mensaje adecuado para que les llegue, les informe o ¡manipule!

La objetividad no existe.Snapseed (14)

Tengamos en cuenta que en una red hay «hubs». Es decir nodos que tiene muchas más conexiones que otros. Esos son importantes. Por ejemplo, en el cerebro. Si una neurona se muere o se ve afectada por una dolencia, casi no importa. Si un «hub» se ve afectado puede ponernos en serio peligro. Las implicaciones que puede tener en nuestra salud pueden ser importantes porque tal vez estar relacionado con muchas funciones vitales.

Lo mismo ocurre en la comunicación. Si a un individuo poco conectado le llega una información, puede que no trascienda demasiado. Si le llega a otro que tiene miles o cientos de miles de conexiones a través de una red social tal vez se convierta en viral y crear opinión con gran rapidez. Por eso los partidos políticos crean usuarios falsos, trending topics… intentan llegar a los hubs de la red para que sus informaciones lleguen al mayor número de usuarios posibles y creen un estado de opinión determinado con respecto a esas noticias. Lo hemos visto en las campañas electorales, en los temas como Cataluña, en las guerras, que la población coloque banderas en las ventanas… Por un lado y otro intentan que se llegue a una masa crítica de información para que se convierta en un fenómeno en la red. Para que una noticia se haga viral se necesita un mínimo de personas que la pongan en marcha. Como una gran bola de nieve que se va engordando a medida que se va pasando de un nodo a otro. De ahí se hará una opinión en muchos ciudadanos y creerán que es suya, en vez de tomar conciencia de que han sido llevados a ella a través de una presión informativa.

Además, en la sociedad de las “postverdad” nos creemos que porque algo se repite mucho llega a ser cierto o un hecho que aparente ser verdad, es más importante que la verdad misma. Juega mucho el nivel de conciencia que tengamos a la hora de darnos cuenta de qué leemos, de dónde nos llega, con qué intención, cuáles son los fundamentos de lo que nos comunican y que nivel de contraste tiene.

No más información implica estar más informados. De hecho en comunicación social se sabe que si se desea desinformar a un colectivo, una de las acciones que podemos llevar a cabo, es bombardearles con todo tipo de informaciones por muchos canales diferentes. Los receptores se creerán informados. En realidad solo saben lo que les hemos querido contar y se focalizan sobre unos aspectos y otros no. Estarán «infoxicados».

Somos muy muy  influenciables.Snapseed (5)

De lo anterior se deduce que somos muy influenciables. Existe en las redes un concepto que es el de clustering. Es decir cuántos triángulos tenemos. Explicado de otra manera, si tengo dos amigos, qué posibilidad existe que ellos sean amigos entre si. Si nuestro clustering es alto se refuerza esa trasmisión de información. Si yo pertenezco a una red profesional, de un partido político o de consumidores de una marca, se va a reforzar lo que me llega en un sentido y mi grado de credibilidad sobre ello. Y si bien existe información que llegará de fuera del grupo, estaré muy a merced de la opinión que el resto de mis nodos tenga. Primero porque a través de la “infoxicación” me alcanzará solo información en un aspecto. Segundo porque no querré diferenciarme de mis iguales. Los nodos tienden a asociarse con otros nodos parecidos. Entre otros aspectos por ideologías. Nos comunicamos con nuestros iguales “funcionales”. Nuestras redes nos definen. Y eso nos hace fuertes por un lado en cuanto a sentirnos aceptados y vulnerables por otro porque el entorno es capaz de manipularnos.

Somos la red a la que pertenecemos en cierta medida. Nuestra identidad se va a formar por lo que el resto de nuestros nodos y conexiones pone en marcha en nuestro universo de realidad.

Nuestros valores son los de nuestra redSnapseed (15)

Stanley Milgram, que ya hemos citado realizó también otros experimentos interesantes. Uno de ellos sobre los grupos sociales y los prejuicios. Dispersó 400 sobres cerrados en lugares públicos. Unos dirigidos a organizaciones benéficas o médicas, otros a entidades con una carga social negativa como el partido nazi. El 72 por ciento de las que iban dirigidas a las organizaciones “positivas” llegó a su destino. Solo un 25 a las negativas. Además, de que el 40 por ciento de las dirigidas a los nazis aparecieron abiertas, mientras que a las entidades de organización médica solo lo hicieron un 25 por ciento.

Parte de nuestros valores, se van a ver reforzados por nuestra elección de a qué redes pertenecemos, como comentamos. Reforzarán por disonancia cognitiva nuestra visión del mundo. Harán que aceptemos sin contrastar la información que recibamos y cerrarán nuestro mundo hacia una interpretación coherente con la de nuestra red. Con lo cual se refuerza lo que comentábamos en el apartado anterior somos influenciables más de lo que pensamos. Somos co-creadores de nuestra realidad. Recibimos, ponemos en marcha ideas, opiniones, reforzamos valores sobre los que muchas veces nuestra conciencia ni siquiera ha parado y analizado. De ahí que ahora en el midfulness, tan de moda,  se trate de llevar a la práctica el parar, para tomar distancia y convertirnos en críticos de nuestro propio observador. Si no, creemos que el contenido de nuestro pensamiento es el mundo real, como mantiene David Bohm, físico teórico. Como él dice, en el orden desplegado, lo que vemos, hay un orden implícito que pertenece a otros niveles de realidad. Para ser conscientes de ello necesitamos otro escalón de conciencia que nos hace estar por encima de la red de información a la que pertenecemos. Apasionante.Snapseed (1)

El gran desconocido es nuestro cerebro, y por lo tanto nuestras redes, seamos modestos

Todo lo que leemos en los avances de neurociencia son en apariencia grandes noticias, pero en esencia muy pequeños pasos hacia conocernos. Conocemos muy poco de algo tan próximo a nosotros como nuestro cerebro.

Existe un gusanito el  Caenorhabditis elegans  que mide un milímetro de longitud. Gracias a que Martin Chalfie, uno de los tres ganadores del Premio Noble de Química 2008, utilizó el  C. elegans para investigar el desarrollo y funcionamiento de las neuronas, tenemos topografiada perfectamente el mapa de conexiones entre las 302 neuronas que tiene su cerebro.

Imaginemos el cerebro humano, 10 elevado a 11 neuronas. Cada una de ellas con una media de mil conexiones. Si en el gusanito podemos saber cómo se conectan dos áreas cerebrales pero no sabemos cómo va a actuar unos segundos después de la pulsión entre ellas. Imaginemos lo imposible que resulta cuando estamos hablando de miles de millones de millones de conexiones pulsando en un momento dado.

Si nos ponemos en el mejor de los casos, con mucha suerte podríamos medir trescientos puntos de actividad en el cerebro. Que es ya muy limitado, pero evaluar toda la información que generan esas mediciones es impensable. Aun en un caso de ciencia ficción si pudiésemos medir todas las neuronas en su actividad, la cantidad de información que se generaría es tan inmensa que no existe ningún ordenador capaz de procesarla y ningún equipo de interpretarla.

Somos pequeñas motitas de inteligencia intentando comprender un universo de estrellas o de neuronas o del comportamiento humano.

En cierta forma es genial. Porque sumemos eso a que cada cerebro es único, que cada ser humano es singular a pesar de pertenecer a redes que nos influencian. Y gracias a esa individualidad somos capaces de poder actuar de forma distinta a un cardumen de peces, una manada de animales guiados por su instinto, al neoliberalismo depredaror. Solo hace falta algo importante de lo que he hablado en otros artículos, inteligencia espiritual, más allá de la inteligencia emocional. Implica una ética a la hora de actuar y una conciencia de saber qué leo, qué transmito, a qué redes decido pertenecer, a cuáles pertenezco sin darme excesiva cuenta y bajo que valores lo interpreto.Snapseed (2)

Esto me pone en servicio y cuidado hacia mí mismo y hacia todos los seres visibles e invisibles del universo, redes de redes evidentes y las que no lo son tanto. Algo que puede parecer muy místico. Sin embargo, nos damos cuenta que hasta las piedras forman parte de nuestra red vital y nos envía información. El fraking actúa sobre rocas. Estas no tienen vida. ¿Es así?  ¿Qué es vida? Tienen otro nivel de energía que no impide que interactúen con nosotros. Su respuesta es que produzcan movimientos de tierra que afectan a nuestra existencia como terremotos. Es su respuesta en el grafo del  ecosistema. Lo mineral por tanto ¿no integra también nuestra red? Otro caso del mundo vegetal. La aprobación de los Glifosatos por parte de la UE y del gobierno español. Está produciendo enfermedades en nuestra red vital. Los vegetales infectados nos hablan deteriorando nuestra salud y la de las futuras generaciones. La desaparición de los bosques está ligada a enfermedades, miseria, hambrunas… ¿Es información o no? ¿Esa información no es energía en otro plano de la realidad? ¿Forma parte de una red? ¿Somos o no a la vez nodos y conexiones, creadores y destructores de grafos evidentes y otros sutiles que no deseamos reconocer?

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Los orígenes de la Gimnasia Bothmer

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Martin Baker

office@bothmer-movement.co.uk

www.bothmer-movement.eu

Traducido por Montserrat Babí

El deporte, el movimiento, el ejercicio y las actividades dinámicas de ocio son fundamentales en nuestra cultura y se invierte una gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo creativo en todas ellas. Pero por qué hay tanta gente a quién le atrae participar en una actividad de movimiento? Incluso aquellos que no participan en ellas a menudo muestran un gran interés como espectadores. La industria del deporte y de las actividades dinámicas de ocio a nivel global está a la par con la industria del armamento, el petróleo y el automóvil en lo que a beneficios anuales se refiere.

Jugar, hacer ejercicio y moverse nos puede procurar una enorme satisfacción. Nos sentimos más libres pero también más comprometidos con el mundo. Es interesante constatar que todas las lenguas están llenas de referencias metafóricas al movimiento y la dirección. Por ejemplo, si pido una “respuesta directa” todo el mundo sabe que estoy esperando una respuesta honesta y veraz pero uso una cualidad direccional (directa) para describirla. Un delincuente es retorcido, y el giro de un político esquiva la rectitud y la verdad. Un poli descarriado es un policía corrupto. La toma de decisiones requiere un equilibrio de pros y contras; queremos evitar una decisión “unilateral”. Las balanzas de la justicia sopesan opiniones diferentes para llegar a un juicio “equilibrado”. La lista de metáforas es interminable.

Este fenómeno no es propio de una sola cultura, se da en todas las lenguas, es inherente al ser humano. El espacio que nos rodea tiene “cualidad” y usamos descripciones de esa cualidad para mejorar la comunicación verbal y escrita.

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(c) Juan Peláez

Además, la forma en que usamos el espacio, cómo nos levantamos, nos sentamos, nos movemos y gesticulamos, son en si mismas formas de comunicación. Cuando estamos contentos, saltamos de alegría o incluso tocamos el cielo con las manos. Cuando estamos tristes, estamos cabizbajos o nos sentimos por los suelos. En el ya clásico símbolo del smiley, la curva hacia arriba o hacia abajo de los labios es suficiente para transmitir instantáneamente felicidad o tristeza, aprovación o rechazo. En muchas lenguas, se usa la misma palabra para “dificultad” y “pesado”, por ejemplo en alemán (“schwer” y “schwierig”). Los sentimientos de “triunfo” y “fracaso” están íntimamente relacionados con los conceptos “hacia arriba” y “hacia abajo” del espacio. Entre los dos está la línea horizontal de la calma. No es casualidad que las vistas de un paisaje con un horizonte lejano y plano conlleve sensaciones de paz y satisfacción. Parte del encanto de unas vacaciones en la costa reside en la magnitud relajante de la línea del horizonte. Cuán diferentes son nuestras sensaciones ante el espectáculo de un paisaje de montaña que, con sus picos y valles suele producir un efecto más estimulante o tonificante. En el plano horizontal nuestras sensaciones de igualdad y equanimidad se acentúan. Una mesa de negociaciones es aquella en la que políticos y mediadores se reúnen, la mesa del rey Arturo o la de la Última Cena son símbolos clarísimos del punto de encuentro humano. Un árbitro que impone respeto generalizado es aquel que consideramos una persona “centrada” y que tiene “los pies en la tierra”. Después, cuando llega el momento de decidir, hablamos en términos de verticalidad: las salas de juicio suelen tener altas columnas, la ropa de los jueces emfatiza la rectitud y sus mazos harán un movimiento como para remarcar el hecho de que que se ha decantado por una de las posturas.

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(c) Juan Peláez

Incluso en nuestra forma de experimentar el tiempo, otra dimensión, solemos comunicarnos en términos espaciales. Miramos “hacia adelante” para referirnos al futuro, “hacia atrás” para hablar del pasado y vivimos el “presente” entre ambos. Un proceso en el tiempo se puede describir por “pasos”, por ejemplo en un manual de instrucciones; «Paso número 1: Abra el paquete y fije los tornillos». “Paso número 2: Ahora coja la tabla…”, etc. También guiamos a alguien “paso a paso” para enseñarle algo nuevo.

Cuando nos movemos interactuamos constantemente con las fuerzas y el sentido del espacio que nos rodea. Nos expresamos a través del movimiento, pero también podemos cambiar lo que sentimos interiormentre moviéndonos de una forma distinta. Todos conocemos la satisfacción que experimentamos después de habernos ejercitado adecuadamente o ante la ejecución ordenada de una nueva habilidad antes desconocida, como la «justa» trayectoria de la flecha que da en la diana, los compañeros de equipo que, conociéndose tan bien entre ellos tienen la capacidad de enlazar una serie de pases brillantes gracias a sus “automatimos de juego” o el “hermoso” momento de la volea de revés o de un salto mortal. Así pues, cuando nos movemos no sólo expresamos algo de nuestro ser interior sino que podemos cambiarlo, y en ello podria subyacer el origen de la pasión universal por el entretenimiento o la “recreación” (re-creación).

De este estudio del espacio y del movimiento surge una serie de ejercicios básicos llamados Gimnasia Bothmer que, practicados con regularidad, facilitan un cambio de las posturas y de los movimientos internos y externos. Estos movimientos se originaron en Europa en los años 20 del siglo pasado y en los últimos 30 años han revivido. Los métodos se aplican en escuelas, centros de formación para adultos, de educación curativa y de fisioterapia.

Las posibilidades que de ello se derivan son infinitas, y cada vez más personas se benefician de esta actividad tan estimulante y elocuente.

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(c) Juan Peláez